Pan integral con semillas! Al alma hay que darle de comer!

Compartimos aquí la receta de nuestro pan integral, idea para el otoño que ya se siente. Adoptar progresivamente una alimentación regida por las estaciones del año es escuchar a nuestro organismo, es conectarnos con la naturaleza donde sea que estemos físicamente.




Ingredientes:
600g. harina 000
400g. harina integral
1 cucharada de sal (marina preferentemente)
1 chorro de aceite (maíz, girasol, oliva, otros)
1 cuadrado de levadura (preferentemente cuadrado)
3 cucharadas de germen de trigo.
1 mezcla de molinillo de semillas.
1 mezcla de semillas tostadas.
1 o 2 cucharadas de fécula de maíz (“maizen...”)
1 cucharada grande de avena
Agua tibia, cantidad necesaria.


Levadura:
Primero la deshacemos en una taza, la mezclamos con una cucharadita de azúcar y le agregamos un poco (un tercio de la taza aproximadamente) de agua tibia. En un lugar a temperatura ambiente, la dejamos levar unos diez minutos. Ojo si hace mucho calor que si leva de más rebalsa!

Cómo cocinar el pan:
Unimos todo lo seco: harinas, sal, germen de trigo, semillas, avena, levadura (si es en polvo), fécula de maíz. Agregar el aceite y revolver un poco. Si usamos la levadura de cuadrado (la recomiendo), la vamos agregando ya disuelta, vamos uniendo todo y agregando la cantidad de agua necesaria hasta que quede una masa esponjosa, ni muy pegajosa, ni demasiado seca. Amasamos unos diez minutos sin fuerza, con delicadeza y armonía, percibiendo cómo se van integrando los alimentos. Amasar puede ser un acto de amor y de meditación. Nos permite conectarnos con el aquí y ahora y llevar nuestra intención positiva a ese alimento que consumiremos nosotros y nuestros seres queridos.

Una vez que ya hayamos amasado, envolvemos la masa en una bolsa grande (que el masa tenga lugar para crecer) y la dejamos levar unos 40 minutos, o más, en un ambiente cálido con una temperatura tirando a calorcito hasta que la masa duplique o triplique su tamaño. Siempre tapado, si la temperatura es muy baja podemos colocarle encima algunos trapos para aumentar el calor.

Cuando ya haya levado, con una cuchilla separamos la masa en porciones, según cómo querramos hacer el pan. Sin amasar mucho ni toquetearla demasiado le damos una forma y colocamos las porciones en una fuente aceitada y enharinada. Prendemos el horno a temperatura moderada . Dejamos levar por unos diez minutos más cerca del horno (ojo que no esté demasiado caliente y se empiece a cocinar el pan antes de haberlo metido en el horno).

Luego procedemos a meterlo en el horno y en unos 20 a 35 minutos. La manera de corroborar que ya esté es pinchándolo con un cuchillo o un palito y cuando sale seco es porque ya está (puede parecer que está mojado por la temperatura, lo importante es que el cuchillo no tenga masa).

Una vez que lo sacamos lo envolvemos en unos repasadores limpios y dejamos que se enfríen ahí, de esta manera, no pierden la esponjosidad. Si hiciste todo el kilo de pan, podés frizarlo cuando se enfríe y cuando lo desfreezas queda igual. Es mejor fresarlo lo antes posible así no se endurece.


Consejo para cuando hagas tu pan:
Para hacer panes chicos, poné el horno fuerte, cuando
hagas panes grandes poné el horno suave durante más tiempo.













Semillas:
Tenemos dos opciones, una no descarta a la otra. La primera, es moler las semillas en un molinillo o pisarlas con un mortero o palo de amasar si no contamos con uno. Este modo de consumir las semillas hace que estas se fijen mejor en el organismo. Otra opción, es tostar las semillas, en una sartén a fuego moderado, tapando la sartén para que algunas de las semillas que reaccionan como el maíz no salten para todos lados. El hecho de tostarlas, da un aroma exquisito! Que nos aromatiza la cocina, el hogar y nos hace sonreír.
Para hacer el pan podemos hacer una mezcla procesada y otra tostada. Así consumimos más semillas y de diferente modo.


¿De qué está hecho nuestro pan?
"Que tu alimento sea tu medicina y tu medicina sea únicamente tu alimento" Hipócrates.

Germen de trigo:
El germen se encuentra en el corazón del grano del trigo y es la parte viva que germina cuando se plata el grano. Posee altos porcentajes de proteínas y un ácido graso esencial muy importante: el linoleico, que actúa en los casos de exceso de colesterol en la sangre. Es rico en calcio, hierro y fósforo. Tiene vitamina A1, B1, B2, B6 y E (antiestéril). Se recomienda su consumo cuando en organismo requiere un mayor aporte de proteínas: embarazo, lactancia, infecciones crónicas, etc. y también es ideal para las personas con dificultades para asimilar los alimentos y cuando nuestra dieta es muy desequilibrada.

Lino:
Es laxante. Es fuente de sustancias linoléicas que ayudan a bajar el colesterol.

Girasol:
Aporta hierro y ácido fólico (para la sangre). Contiene vitamina B1 (contra el cansancio). Contiene potasio y magnesio (excelente para deportistas, pues evita calambres). Aporta vitamina E (la vitamina antioxidante que embellece la piel). Semilla rica en fósforo (recomendable para época de estudios y de mucha lectura).

Sésamo:
Contiene grandes cantidades de calcio, útil para los huesos y articulaciones. Recomendable para prevenir osteoporosis. Aconsejable en la lactancia (para reponer el calcio de la madre), Fuente de zinc (aconsejable para las glándulas sexuales masculinas). Contiene proteínas de alto valor biológico con 15 aminoácidos distintos. Contiene vitaminas del complejo B en cantidades superiores.

Chía:
Semilla anticolesterol. Usada por los aztecas antes de caminatas, ya que aporta alta energía y resistencia. Retarda la absorción del azúcar, se recomienda para diabéticos y para controlar el peso.

Amaranto:
Contiene proteínas, aminoácidos, vitaminas y minerales. Indicado en la osteoporosis. Es semilla apta para celíacos.

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